Un año más me vuelvo
a sentar aquí para escribirte, porque hace algún tiempo te prometí que lo haría
hasta que mis manos me lo permitieran, y ya sabes que yo soy una mujer de
palabra.
Por eso, hoy estoy
aquí para hacer un recuento, sí, recuento de momentos. Ojalá existiese algo
para almacenar recuerdos, no sé, un frasco, un cofre, un cajita con forma de
corazón y detalles en bronce… pero no, desgraciadamente hay que conformarse con conservarlos
en la memoria, bien guardaditos para que jamás se nos olviden.
Pero lo cierto es que si existieran “cofrecitos
mágicos guarda-recuerdos” el
nuestro ya estaría desbordado, se saldrían las risas por ambos lados , la tapa
no encajaría porque habría un par de malos momentos impidiendo cerrar la caja,
rebosarían las sonrisas, los abrazos, las palabras…Pero, ¿y la llave? Todos los
cofres tienen una llave mágica para poder cerrarlo ¿no? Pues no, este no. Este
cofre está abierto todo, a lo bueno, a lo malo, a lo reído, a lo llorado, a lo
vivido y a lo mucho que aún nos queda por vivir. Porque nos queda mucho, mucho,
muchísimo. Y déjame decirte, que hace un tiempo temí porque esto se rompiera
para siempre, pero algo en mi interior me decía que lo nuestro jamás iba a dejar de
brillar. Y efectivamente no se ha roto, sigue intacto y ahora brilla más que
nunca. Y si algún día la llama se empieza a apagar, le prendemos mecha y que
comiencen los fuegos artificiales, porque esta amistad es digna, dignísima de celebrar. Porque eres, has sido y siempre serás “mi persona”.
Porque
hay personas que pasan por tu vida y “dejan” huella, y hay personas que “son”
huella. Y tú eres huella, eres marca, eres parte de mí. Que tú, amiga, no te
has cruzado en mi camino, que es que tú formas parte de él. Nos queda mucho
recorrido, muchas piedras que saltar, muchos charcos que pisar, muchos paisajes
por recorrer, pero siempre, siempre, siempre juntas. Y si llueve y el camino se
hace barro, nos manchamos los zapatos y seguimos caminando, y si te caes te
levanto, y si se te cansan las piernas te cojo en volandas, porque esto no
tiene fin, porque caminamos sin saber bien a donde vamos, pero sabiendo que
vamos hacia algún lado.
Que
ya son 20 años princesita, y que voy a seguir aquí a tu lado hasta que cumplas
tantos como pecas tienes en la cara. Y te juro que se me quedan cortas las
palabras para decirte todo lo que tengo aquí guardado, pero es que cuando los años hablan tanto, las frases se quedan demasiado cortas.
Sólo
espero seguir celebrando muchos más cumpleaños a tu lado, ya sea con copas o
con bebés entre las manos.
Feliz
día, hora, minuto y segundo. Feliz tú, feliz yo. Felices para siempre. Felices eternamente.
Te quiere, tu amiga.