Se
me acelera el pulso cuando pienso en esa conversación matutina entre los dos.
Tus ojos marrones parecían más oscuros, más fuertes y en la vida habían
parecido más bonitos. Tus labios podían dominar el mundo, mi mundo. Sentí míos
cada uno de tus lunares. Enserio, no hubiese tenido comparación con que me bajaras las estrellas una a una.
Aquel momento lo superaría fácilmente, y es
que sin dudar digo que superaría a cualquier otro en cualquier parte del mundo y sin ningún tipo de dilema. Resacosa durante horas y días y
sin probar ni gota de bebida. Resacosa de tus brazos rodeándome, de tu piel, de
tu gesto adormecido. Te recuerdo mi poca simpatía con el alcohol, no sé si
captas que lo que quiero decirte es que eres como una dosis alta en las venas.
Ojalá
alguien me crea cuando diga que voy a quererte aunque me arranquen el corazón
de cuajo. Aunque sea lo único que me quede; quererte, quererte sobrepasando
límites y fronteras.
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