jueves, 12 de julio de 2012

Que junto a tu boca, sonría tu alma


No se trata de envejecer o rejuvenecer. Se trata de vivir, de firmar en el libro de visitas de la vida. Verte con 80 años, echar la vista atrás y sentir que has vivido verdaderamente. Que con 16 hiciste la mayor locura de tu adolescencia, con 17 quisiste y con 19 odiaste. Con 21 viviste. Y todo lo que queda. Sonreír, se trata de sonreírle a la vida, con lo que venga, coger de la mano y sentirte viva, tirarte de cabeza para besar unos labios que susurran tu nombre.

Que se te haga polvo la garganta en el concierto de tu vida, que te duelan los pies de tanto bailar, la tripa de tanto reír, los ojos de tanto mirar. Ver, se trata de ver; no perderte ni un momento de tu vida, fotografías mentales que te acompañen en los interminables viajes que nos separan a los unos de los otros. Supongo que de alguna manera necesitamos encontrar un hogar, algo a lo que ponerle nuestro nombre, nuestro espacio, nuestra esencia. No olvidar, sobre todo no olvidar, aunque duela de una manera inconcebible. No olvidar lo que fuiste y los que fueron a tu alrededor. Ser aprendiz de momentos, aprender a morir o matar. Decidir. 


Rebuscar en los bolsillos de los pantalones viejos y encontrar la noche y el día quitándose la ropa; caricaturas de momentos tatuados con tinta a color, porque las mejores sensaciones se sienten en amarillo, verde, rojo y morado. Tener en cuenta las victorias y los fracasos, la imperceptibilidad de algunas miradas, la inaprensibilidad de muchas palabras, la invisibilidad de ciertas caricias. Los eternos besos, los inmortales abrazos, las infinitas ganas de amanecer entre sábanas decoradas con gemidos y arañazos. 

La perfección del sexo. La insuperable imagen de dos cuerpos entrelazados. La sensación de vivir y morir a la vez; de subir al cielo, de caer entre brazos ajenos que dibujen los lunares de tu cuerpo, de cerrar los ojos... y sentirte viva. Desprender amor. En realidad, echar la vista atrás y sentir que, además de tu cuerpo, ha sido tu alma quien ha creído renacer una y otra vez en cientos de ocasiones.


"Supongo que la clave está en que una persona esté bien consigo misma para que pueda estar realmente bien con los demás."

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