domingo, 28 de abril de 2013

Desde entonces...


Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura como siempre tan loca les propuso: “¿Jugamos al escondite?”, la Intriga levantó la ceja intrigada y la Curiosidad sin poder contenerse preguntó: “¿Al escondite? ¿Y cómo es eso?”. “Es un juego” explicó la Locura, “en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras vosotros os escondéis. Y cuando yo haya terminado de contar, el primero de vosotros al que encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego.” El Entusiasmo bailó secundado por la Euforia, la Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda e incluso a la Apatía, a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar, la Verdad prefirió no esconderse, ¿para qué? si al final siempre la hallaban. Y la Soberbia opinó que era un juego muy tonto, aunque en el fondo lo que la molestaba era que la idea no hubiese sido suya. Y la Cobardía prefirió no arriesgarse. 

“Uno, dos, tres” comenzó a contar la Locura. La primera en esconderse fue la Pereza que como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino, la Fe subió al cielo y la Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: Que si un lago cristalino ideal para la Belleza, que si el bajo de un árbol perfecto para la Timidez, que si el vuelo de la mariposa lo mejor para la Voluptuosidad, que si una ráfaga de viento magnífico para la Libertad… Así que terminó por ocultarse en un rayito de Sol. El Egoísmo en cambio encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo, pero solo para él. La Mentira se escondió en el fondo de los océanos, mentira, en realidad se escondió detrás del arcoíris. Y la pasión y el Deseo, en el centro de los volcanes. El Olvido, se me olvidó donde se escondió, pero eso no es lo importante. Cuando la locura contaba 999.999 el Amor todavía no había encontrado un sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado, hasta que divisó un rosal y enternecido decidió esconderse entre sus flores. 

“Un millón” contó la Locura, que comenzó a buscar. La primera en aparecer fue la Pereza, solamente a tres pasos de la piedra. Después escuchó a la Fe discutiendo con Dios en el cielo sobre teología, y a la Pasión y el Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró a la Envidia y claro, pudo deducir donde se encontraba el Triunfo. Al Egoísmo no tuvo ni que buscarlo, él solito salió disparado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas. De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza. Y con la duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada en una piedra sin decidir aún de qué lado esconderse. 

Así fue encontrando a todos: El Talento entre la hierba fresca, la Angustia en una oscura cueva, la Mentira detrás del arcoíris y hasta al Olvido, al que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite. Pero solo el Amor no aparecía por ningún lado, la Locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyo del planeta, en la cima de las montañas y cuando estaba a punto de darse por vencida, divisó un rosal y las rosas. Tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido en los ojos al Amor, la Locura no sabía qué hacer para disculparse, lloró, rogó, imploró y hasta prometió ser su lazarillo. Desde entonces, desde que por primera vez se jugó el escondite en la Tierra: 

“EL AMOR ES CIEGO Y LA LOCURA LO ACOMPAÑA SIEMPRE”.

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