miércoles, 18 de enero de 2012

No te olvidaría ni con 100 kilos de amnesia.

-A ver, que no es así la historia. Es mucho más complicada de lo que parece. Pero lo importante es que me echó.
-Así, ¿sin más? ¿Y te fuiste sin deciros nada?
-No, no. Mientras hacía la maleta me preparó un café. Bueno, descafeinado de máquina con dos sobres de azúcar, como siempre. Ah, y antes de tomarlo lo hicimos una última vez. Ya sabes, de despedida. No estuvo mal. Aunque se me enfrío el café.
-No sé qué decir...
-Al final, pasará lo de siempre. Me llamará arrepentido, a las 3 de la mañana, diciéndome que me echa de menos. Le apestará el aliento a tabaco barato incluso al otro lado del teléfono. ¡Como me gustan los hombres que huelen a tabaco! Bueno, no, ¡como me gustan los hombres! Y lo peor de esta historia, es que, después de su llamada, yo volveré, seguro que ni habré desecho la maleta, y echaremos otro polvo, este de reconciliación. Me encantan los polvos de bienvenida en la cocina. Después me haré un café. Bueno, un descafeinado de máquina con dos sobres de azúcar, ya sabes.


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